martes, 13 de noviembre de 2018

Trivial Tentacular
Pregunta 1
Si  te  encuentras  con  el Empress​…
1. Huye,  pues  es  un  barco  de  sectarios  de  Polinesia
2. Huye,  pues  es  un  barco  fantasma  de  Innsmouth
3. Sube  a  bordo  y  saluda  a  Johansen
 4. Sube  a  bordo  y  saluda  a  Peaslee

Pregunta 2
  Margarita  era  una  señora  mayor  mexicana  que…
1. Fue  interrogada  por  Charles  Dexter  Ward
 2. Nunca  subía  a  Federal  Hill
 3. Servía  en  casa  del  doctor  Clarendon
 4. Ayudó  a  Alonzo  Typer

Pregunta 3
      Dos  amigos  hablan  de  lo  sobrenatural  y  la  razón  en  un  muy  tranquilo  lugar.  Son…
 1. Thurber  y  Derby
2. Derby  y  Potter
3. Carter  y  Manton
4. Pickman  y  Blake

Pregunta  4
     Un  habitante  de  Greenwich  Village  accedió  a  secretos  arcanos  y  eliminó  a  sus maestros  de  lo  oculto  mediante  …
1. Garrafón  del  malo
2. Un hechizo  relacionado  con  Yog  Sothoth
3. Dinamita
4. Un anónimo  a  las  autoridades

 Pregunta 5
   En  la  primavera  de  1923,  un  escritor  de  segunda    se  encuentra  con  un  tipo  que  pese  a tener  un  cierto  aire  moro…
1. Parece  un  anglosajón  de  pura  cepa  por  su  acento  de  Oxford
2. Afirma  no  saber  nada  de  cimitarras  antiguas  con  extrañas  inscripciones
3. Presenta  una  fisionomía  celtibérica
4. Afirma  que  sus  padres  eran  de  Nueva  Orleans

 Pregunta 6
   En  1913…
 1. Robert  Blake  comienza  a  soñar  con  una  ciudad  sumergida
 2. Los  Potter  se  mudan  a  Tempest  Mountain
 3. Nace  el  lindo  gatito  Black  Tom
 4. Un meteorito  se  estrella  en  el  mar  cerca  de  Potowonket

  Pregunta 7
     Desde  Massachusetts  al  viejo  continente  se  fue…
1. Un fragmento  del  Necronomicon    llevado  por  Castro 
2. El  gatito  Black  Tom
3. Un sobrino  de  Obed  Marsh  deforme
4. El  Doctor  Tillinghast  en  busca  de  un  mineral  raro  para  su  Resonador

   Pregunta 8
     Si  ves  acercarse  un  barco  llamado “  Alert”...
 1. Huye,  insensato
 2. Acércate,  pues  es  el  barco  de  recreo  de  Armitage
3. Acércate,  pues  es  el  barco  de  recreo  de  Edwin  Tillinghast 4. Acércate,  pues  es  el  barco  de  recreo  del  inspector  Legrasse

    Pregunta 9
      En  Hope  Valley…
 1. Herbert  West  tenía  su  guarida
2. Se oían  los  chotacabras  sólo  en  la  granja  Potter
3. Asaltaron  un  camión
4. Duraban  poco  los  vigilantes  del  cementerio

    Pregunta 10
      Según dejó escrito HPL,                    Robert  Olmstead  es…
1. Un abogado  de  Boston
2. Un juez  de  paz  de  Dunwich
3. El  alias  de  Crawford  Tillinghast  para  su  uso  en  Europa
4. El  protagonista  de  La  Sombra  sobre  Innsmouth

miércoles, 21 de marzo de 2018

Estimado señor Thornhound :
Permítame antes que nada que me presente.
Mi nombre es John Trapalander. Vivo en Eugene, Oregon. Soy el afortunado propietario de un fructífero aserradero y varios bosques con los mejores cedros rojos del Noroeste. Tristemente viudo, y con fe en Nuestro Señor, veo pasar la vida desde éste rincón del mundo.
Pero algo turba las noches en éstos días.
Verá. Hace dos meses arribó a Portland un clipper ya vetusto, el “Golden Swan”, trayendo consigo una carga de maderas exóticas provenientes de la India. Siempre estoy al tanto de nuevos materiales para la ebanistería y pujé por uno de sus lotes. Allí descubrí que otros lotes ya habían sido adquiridos por su compañía, Mr.Thornhound, y de ahí que me haya atrevido a enviarle ésta misiva. Por eso y por otra razón que ahora le detallaré.
De vuelta a casa, tras unos días muy atareados, dispuse de tiempo para trabajar esa madera exótica y comprobar su valía y belleza.
Decidí hacer un pequeño taburete con alguna filigrana nativa y así comprobar la resistencia de esa madera contra mi fornido cuerpo.
He de decirle que el olor de su resina al trabajarla es embriagador, incluso se podría decir que un buen perfume de mujer palidece a su lado. Bien, como le decía, en un par de semanas acabé el taburete. Una curiosidad que descubrí cuando me senté por primera vez en él es que se me calentaba el trasero rápidamente. En un primer momento lo achaqué a algún alcaloide natural del árbol de las Indias, y pensé que sería un éxito comercial con las debidas precauciones.
Por supuesto la madera tiene un veteado mejor que el de la caoba y el palosanto, es magnífica.
Bien, proseguí mi vida con normalidad los siguientes días hasta que una noche hará un mes y medio , desperté sentado en el taburete y envuelto en sudor. Temblando,y sin recordar cómo había llegado hasta allí, me incorporé lentamente y me acerqué a la cama, pues el taburete se encontraba en mi recámara.
Entonces me di cuenta de algo extraordinario,
¡ El taburete brillaba con luz propia!
Una extraña luz verduzca iluminaba la estancia, arrojando extrañas sombras en mis aposentos.
Encendí el candil y la luminosidad cedió.
Examiné el taburete y comprobé que quemaba como el agua en el fogón. Nunca había oído nada semejante de una madera.
En la semana siguiente episodios semejantes tuvieron lugar, hasta que una noche desperté de nuevo sentado en esa madera maldita pero cuando abrí los ojos no era mi hogar lo que contemplé…
Ante mi atónita mirada se desplegaba  una gran habitación en penumbra, iluminada por la luna casi llena que se colaba por una de las ventanas. A mis pies un perro roncaba sobre una vieja alfombra y yo mismo estaba sentado en un taburete en medio de la estancia. Me incorporé y encendí una de las cerillas que siempre llevo conmigo para hacer trabajar a mi vieja pipa de espuma de mar. A mis espaldas pude ver una gran cama con doseles labrados de extrañas formas y símbolos desconocidos para mí.
El perro se desperezó y se frotó contra mí, parecía inquieto. Me acerqué a la pared cercana a la puerta pues un gran cuadro allí colgado presidía majestuoso la estancia.Era una hermosa obra, con gusto. Allí reflejada se alzaba una gran mansión, sin duda la que ahora me rodeaba, entre un bosque sombrío y unas extrañas estatuas que se alzaban en la entrada principal. Miré el taburete pero no brillaba como me esperaba, debía estar soñando. Lo toqué y estaba frío. El chucho correteó hasta la puerta y agitó la cola. Me acerqué y me dispuse a escuchar pegado a la puerta. Alguien subía unas escaleras. Me pellizqué para despertar de ese esa extraña ensoñación pero seguía en la mansión.
“¿Hermano, te encuentras bien?”, se oyó
al otro lado. Una mujer joven, sin duda.
Me sobresalté y no respondí. En ese momento la cerilla se apagó y el perro empezó​ a ladrar.
Me apresuré tembloroso a encender otro fósforo y cuando lo logré mis sentidos abandonaron mi cuerpo ante el horror del que fui testigo.
A mis pies yacía el perro, o lo que quedaba de él, carcomidos sus huesos por el tiempo, sobre la alfombra marchita.
Afuera, una sucesión de luz y oscuridad, día y noche, lunas incontables, se sucedían sin pausa como si la creación corriera desbocada hasta el Juicio Final. Los árboles caían y se levantaban, la nieve cuajaba y se fundía en un devenir imparable ante el cuál cerré los ojos.
Pero lo peor llegó a continuación, pues un estruendo estremeció los goznes de la puerta y un rugido infernal, de bestia inmunda , llenó la recámara. Me arrodillé implorando al Señor y escuché quebrarse la madera, al tiempo que una pestilencia atroz llenaba el aire. Levanté la mirada y un monstruo, simiesco y porcino a la vez, de más de dos metros, me señaló con el dedo, y una voz gutural, en un terrible inglés, surgió de sus fauces
“¡ Intruso, queremos la llave, dinos dónde la has guardado , tenemos a tu hermana!”
Caí atrás, sobre el taburete, y de repente me encontraba en mi habitación, con el trasero caliente y la frente helada.
Inmediatamente saqué ese instrumento del diablo de mi casa y procedí a quemarlo, junto a los seiscientos kilos de esa maldita madera que había adquirido.
Le ruego no me tome por un loco o un bromista.
Si le escribo es porque no quiero que éstos encantos y hechicerías se arrojen sobre nuevos inocentes. Por favor, deshágase de ese cargamento.
He investigado sobre su origen y parece ser que unos extraños monjes del Rajastán ,la Hermandad de la Lágrima, que siempre visten extrañas máscaras para tapar su rostro, son los que poseen el monopolio sobre esos árboles.
Sin duda un culto maligno es el que profesan.
Quizá lo achaque todo usted a mi imaginación, lo sé, y quizá no le falte razón. Pero una última casualidad me ha animado a escribirle.
Releyendo un viejo libro sobre historias de fantasmas en la campiña inglesa, me topé con una ilustración exacta de la casa de mi ensoñación. Estoy seguro . No hay duda.
Se trata de unas viejas ruinas, pertenecientes a la familia Jessup,en Wingfield, Derbyshire, donde usted reside.
¿ Casualidad ?
Sólo nuestro Señor lo sabe…
Eugene, a 19 de Febrero de 1923.
John Trapalander.

PD : Le adjunto un boceto de la mansión Jessup que he encontrado en “ Viejos Monumentos y lugares de interés de Derby y su Comarca”, de Palmer y Collings, Oxford 1901.
Primera carta de Trapalander

" Estimado  señor  Thornhound  : Permítame  antes  que  nada  que  me  presente. Mi  nombre  es  John  Trapalander.  Vivo  en  Eugene,  Oregon.  Soy  el  afortunado  propietario  de  un  fructífero aserradero  y  varios  bosques  con  los  mejores  cedros  rojos  del  Noroeste.  Tristemente  viudo,  y  con  fe  en  Nuestro Señor,  veo  pasar  la  vida  desde  éste  rincón  del  mundo. Pero  algo  turba  las  noches  en  éstos  días. Verá.  Hace  dos  meses  arribó  a  Portland  un  clipper  ya  vetusto,  el  “Golden  Swan”,  trayendo  consigo  una  carga de  maderas  exóticas  provenientes  de  la  India.  Siempre  estoy  al  tanto  de  nuevos  materiales  para  la  ebanistería  y pujé  por  uno  de  sus  lotes.  Allí  descubrí  que  otros  lotes  ya  habían  sido  adquiridos  por  su  compañía, Mr.Thornhound,  y  de  ahí  que  me  haya  atrevido  a  enviarle  ésta  misiva.  Por  eso  y  por  otra  razón  que  ahora  le detallaré. De  vuelta  a  casa,  tras  unos  días  muy  atareados,  dispuse  de  tiempo  para  trabajar  esa  madera  exótica  y  comprobar su  valía  y  belleza. Decidí  hacer  un  pequeño  taburete  con  alguna  filigrana  nativa  y  así  comprobar  la  resistencia  de  esa  madera contra  mi  fornido  cuerpo. He  de  decirle  que  el  olor  de  su  resina  al  trabajarla  es  embriagador,  incluso  se  podría  decir  que  un  buen  perfume de  mujer  palidece  a  su  lado.  Bien,  como  le  decía,  en  un  par  de  semanas  acabé  el  taburete.  Una  curiosidad  que descubrí  cuando  me  senté  por  primera  vez  en  él  es  que  se  me  calentaba  el  trasero  rápidamente.  En  un  primer momento  lo  achaqué  a  algún  alcaloide  natural  del  árbol  de  las  Indias,  y  pensé  que  sería  un  éxito  comercial  con las  debidas  precauciones. Por  supuesto  la  madera  tiene  un  veteado  mejor  que  el  de  la  caoba  y  el  palosanto,  es  magnífica. Bien,  proseguí  mi  vida  con  normalidad  los  siguientes  días  hasta  que  una  noche  hará  un  mes  y  medio  ,  desperté sentado  en  el  taburete  y  envuelto  en  sudor.  Temblando,y  sin  recordar  cómo  había  llegado  hasta  allí,  me  incorporé lentamente  y  me  acerqué  a  la  cama,  pues  el  taburete  se  encontraba  en  mi  recámara. Entonces  me  di  cuenta  de  algo  extraordinario, ¡  El  taburete  brillaba  con  luz  propia! Una  extraña  luz  verduzca  iluminaba  la  estancia,  arrojando  extrañas  sombras  en  mis  aposentos. Encendí  el  candil  y  la  luminosidad  cedió. Examiné  el  taburete  y  comprobé  que  quemaba  como  el  agua  en  el  fogón.  Nunca  había  oído  nada  semejante  de una  madera. En  la  semana  siguiente  episodios  semejantes  tuvieron  lugar,  hasta  que  una  noche  desperté  de  nuevo  sentado  en  esa madera  maldita  pero  cuando  abrí  los  ojos  no  era  mi  hogar  lo  que  contemplé… Ante  mi  atónita  mirada  se  desplegaba  ante  mí  una  gran  habitación  en  penumbra,  iluminada  por  la  luna  casi llena  que  se  colaba  por  una  de  las  ventanas.  A  mis  pies  un  perro  roncaba  sobre  una  vieja  alfombra  y  yo  mismo estaba  sentado  en  un  taburete  en  medio  de  la  estancia.  Me  incorporé  y  encendí  una  de  las  cerillas  que  siempre llevo  conmigo  para  hacer  trabajar  a  mi  vieja  pipa  de  espuma  de  mar.  A  mis  espaldas  pude  ver  una  gran  cama con  doseles  labrados  de  extrañas  formas  y  símbolos  desconocidos  para  mí. El  perro  se  desperezó  y  se  frotó  contra  mí,  parecía  inquieto.  Me  acerqué  a  la  pared  cercana  a  la  puerta  pues  un gran  cuadro  allí  colgado  presidía  majestuoso  la  estancia.Era  una  hermosa  obra,  con  gusto.  Allí  reflejada  se alzaba  una  gran  mansión,  sin  duda  la  que  ahora  me  rodeaba,  entre  un  bosque  sombrío  y  unas  extrañas  estatuas que  se  alzaban  en  la  entrada  principal.  Miré  el  taburete  pero  no  brillaba  como  me  esperaba,  debía  estar soñando.  Lo  toqué  y  estaba  frío.  El  chucho  correteó  hasta  la  puerta  y  agitó  la  cola.  Me  acerqué  y  me  dispuse  a escuchar  pegado  a  la  puerta.  Alguien  subía  unas  escaleras.  Me  pellizqué  para  despertar  de  ese  esa  extraña ensoñación  pero  seguía  en  la  mansión. “¿Hermano,  te  encuentras  bien?”,  se  oyó   al  otro  lado.  Una  mujer  joven,  sin  duda.
Me  sobresalté  y  no  respondí.  En  ese  momento  la  cerilla  se  apagó  y  el  perro  empezó  a  ladrar. Me  apresuré  tembloroso  a  encender  otro  fósforo  y  cuando  lo  logré  mis  sentidos  abandonaron  mi  cuerpo  ante  el horror  del  que  fui  testigo. A  mis  pies  yacía  el  perro,  o  lo  que  quedaba  de  él,  carcomidos  sus  huesos  por  el  tiempo,  sobre  la  alfombra marchita. Afuera,  una  sucesión  de  luz  y  oscuridad,  día  y  noche,  lunas  incontables,  de  sucedían  sin  pausa  como  si  la creación  corriera  desbocada  hasta  el  Juicio  Final.  Los  árboles  caían  y  se  levantaban,  la  nieve  cuajaba  y  se fundía  en  un  devenir  imparable  ante  el  cuál  cerré  los  ojos. Pero  lo  peor  llegó  a  continuación,  pues  un  estruendo  estremeció  los  goznes  de  la  puerta  y  un  rugido  infernal,  de bestia  inmunda  ,  llenó  la  recámara.  Me  arrodillé  implorando  al  Señor  y  escuché  quebrarse  la  madera,  al  tiempo que  una  pestilencia  atroz  llenaba  el  aire.  Levanté  la  mirada  y  un  monstruo,  simiesco  y  porcino  a  la  vez,  de  más de  dos  metros,  me  señaló  con  el  dedo,  y  una  voz  gutural,  en  un  terrible  inglés,  surgió  de  sus  fauces   “¡  Intruso,  queremos  la  llave,  dinos  dónde  la  escondiste,  tenemos  a  tu  hermana!” Caí  atrás,  sobre  el  taburete,  y  de  repente  me  encontraba  en  mi  habitación,  con  el  trasero  caliente  y  la  frente helada. Inmediatamente  saqué  ese  instrumento  del  diablo  de  mi  casa  y  procedí  a  quemarlo,  junto  a  los  seiscientos  kilos  de esa  maldita  madera  que  había  adquirido. Le  ruego  no  me  tome  por  un  loco  o  un  bromista. Si  le  escribo  es  porque  no  quiero  que  éstos  encantos  y  hechicerías  se  arrojen  sobre  nuevos  inocentes.  Por  favor, deshágase  de  ese  cargamento. He  investigado  sobre  su  origen  y  parece  ser  que  unos  extraños  monjes  del  Rajastán  ,la  Hermandad  de  la Lágrima,  que  siempre  visten  extrañas  máscaras  para  tapar  su  rostro,  son  los  que  poseen  el  monopolio  sobre  esos árboles. Sin  duda  un  culto  maligno  es  el  que  profesan. Quizá  lo  achaque  todo  usted  a  mi  imagen,  lo  sé,  y  quizá  no  le  falte  razón.  Pero  una  última  casualidad  me  ha animado  a  escribirle. Releyendo  un  viejo  libro  sobre  historias  de  fantasmas  en  la  campiña  inglesa,  me  topé  con  una  ilustración  exacta de  la  casa  de  mi  ensoñación.  Estoy  seguro  .  No  hay  duda. Se  trata  de  unas  viejas  ruinas,  pertenecientes  a  la  familia  Jessup,en  Wingfield,  Derbyshire,  donde  usted  reside.¿ Casualidad  ?   Sólo  nuestro  Señor  lo  sabe… Eugene,  a  19  de  Febrero  de  1923. John  Trapalander.

 PD  :  Le  adjunto  un  dibujo  de  la  mansión  Jessup  que  he  encontrado  en  otro  libro. "